"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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07 -06-2014 |
Uruguay gira a la derecha
Foto: Pedro Rincón
El candidato de la izquierda se corre al “centro” (y en ese sentido se corre a su derecha) y con él el Frente Amplio -la fuerza principal- y se provoca un corrimiento general. En “Acerca del retorno del Dr. Vázquez” escribimos el 21 de febrero de 2013: “El reintegro de Vázquez a la actividad política (de la que anunció su retiro el 13 de octubre de 2011) y su posible candidatura a la presidencia significa un grave retroceso. El que `avisa no es traidor' anuncia Vázquez, panegirista de posturas reaccionarias. Más de un frenteamplista también piensa que `el que avisa no es traidor'.”
Cuando a su vez, el FA ni lo sanciona ni lo observa en sus posturas opuestas a su fuerza política, sino que lo premia nombrándolo pre-candidato y ahora candidato designado en las elecciones internas de menor participación cívica, y cuándo lo premian fuerzas de tradición antiimperialista o socialista (el PS, el PC, el MPP para citar a las principales) se afirma el rumbo pro-capitalista, que han adoptado las “izquierdas” europeas. Cuando a su vez, al surgir un heterogéneo y amplio espacio de oposición moderado en torno a la Senadora Moreira, ésta recibe diversas agresiones, o cuando en el Congreso del FA el tibio programa es podado por una “troika” que desautoriza informes de las Comisiones, el retroceso pasa a ser una constante.
En estas condiciones, no extraña que otras expresiones que buscan “el centro” pierdan pie, frente a la derecha reaccionaria, que como en Europa abandona señas secundarias de identidad pero mantiene las principales: aliada a potencias lejanas, rupturista de las uniones regionales conseguidas, amoldada al recetario fondomonetarista de austeridad para los de abajo o de represión a los menores delincuentes. De allí el desastre de Larrañaga (para votar por el sistema, al “centro” es más seguro votar a Vázquez) y los éxitos de Lacalle y Bordaberry.
En octubre se decidirá si gana el candidato más afín a Obama o a Rumsfeld. Pero será un candidato bien visto por el imperialismo y el capital trasnacional. Habrá matices –que importan pero no son decisivos - en la política económica de amplias concesiones al gran capital trasnacional, de integración a la Alianza del Pacífico (la última apuesta al “libre comercio” yanqui, de zorro libre en gallinero con aves libres), de mandados militares (convenios, misiones de paz, bases), de orientación educativa contra las “corporaciones” (los sindicatos, no las universidades o colegios privados), de “nunca más enfrentamientos entre orientales” y amnistía para los represores.
El Frente Amplio tiende a reeditar el proceso de otras fuerzas otrora progresistas, tales como el PRI de México, el APRA de Perú, o la Concertación de Chile, que era (¿o es?) el “modelo” patrocinado por Vázquez-Astori. Y a reeditar el proceso que recorrió el batllismo, desde el segundo gobierno de Batlle y Ordóñez al de Pacheco Areco.
La izquierda -que por definición histórica es revolucionaria, anticapitalista- tiene que definir en el FA que hará. Enseña mucho la experiencia de Chile. El Movimiento del Socialismo Allendista se constituye y se separa del Partido Socialista y de la Concertación, cuando constata que el PS en la Concertación comete “el mayor error” que “fue asumir por demasiado tiempo una mal entendida disciplina partidaria, exigiendo que se cumplieran los acuerdos de Congresos y Plenos partidarios, los que fueron sistemáticamente desconocidos e incumplidos” (Esteban Silva Cuadra, “Reflexiones Allendistas desde nuestra América y el Sur” )
El Espacio liderado por Constanza ¿asumirá que no debe acatar la “mal entendida disciplina partidaria” ? ¿Qué una actitud es buscar acuerdos en el FA, y otra es aprobar conductas favorables al imperialismo? ¿Qué se puede trabajar por una integración para la servidumbre o por una integración para la liberación? ¿Qué una cosa es que por escasez de capitales, de tecnología, de expertos, se tenga que pactar con las trasnacionales, y otra promover una política económica al servicio eficiente de esos intereses? Decisión a asumir que si bien compete a ese Espacio y en particular a Constanza, también compete a todos los legisladores de la próxima bancada del FA.
La mayoría de la ciudadanía se preocupa por saber si ganará la derecha clásica, o el FA, y en este caso, con o sin mayorías parlamentarias. Pero será más trascendente saber si se afirman los cimientos de una izquierda antiimperialista y anticapitalista, con base de masas, y fuertes nexos con las clases populares. Para evitar que se agudice la fuga del FA, en goteo individual o colectivo, es preciso decidirse a romper con esa “disciplina partidaria”. ¿Qué significa esta afirmación? No se trata de negarse a buscar acuerdos con los que se pueda en el FA, o aún, fuera de él. Se trata de establecer que en determinados temas no se transará, planteando la “objeción de conciencia” , la que ya han aplicado otros, comenzando por el Dr. Vázquez. Habrá que precisar ya, durante la campaña electoral, cuáles son esos temas. Los básicos parecen ser la oposición a la continuidad de una política económica permisiva con los grandes capitales trasnacionales, a la integración a la Alianza del Pacífico, a la firma de nuevos Tratados de Libre Comercio o de Inversiones, a los Convenios Militares lesivos para la soberanía, a la política educativa que beneficia hoy a la enseñanza privada ( mediante reducción de impuestos a sus “donantes”) , a la corrupción en el ejercicio de las funciones.
Si ese espacio y Constanza deciden que no habrá más disciplina de bancada para un Tratado de Inversiones con EE.UU. o la continuidad de las tropas uruguayas en Haití, y cunde el ejemplo de Chifflet, la izquierda toda – y la que aún permanece en el PS, el MPP o el PC se fortalecerá y aproximará entre sí. Si perdura la “disciplina partidaria” a la que no se someterá el “líder natural”, la izquierda agravará su disgregación, y miles de frenteamplistas no se prestarán a rastrillar por izquierda, para que un gobierno del FA entregue la soberanía nacional y reprima a las clases y sectores populares. Si eso ocurriera, cundirá la sensación que “el poder de los cargos” pesa más que el “poder de las ideas”.
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